9 de mayo de 2012

Árbol podrido.

 "Si fuera de madera no pertenecería a la humanidad" así empezaba un libro que una vez leí y que hasta ahora no me hizo reflexionar. En las entrañas de esas hojas se escondía el dolor de un hombre, un monton de palabras ya muertas que perduraban sobre un papel que simbolizaba lo que el sentía. Pues así, él creía que no era más que un árbol podrido, un conjunto envejecido y que poco a poco, con los años desgastaba la madre naturaleza, aquella que lo creo. No escribió estas palabras un hombre viejo, amargado y cansado de la vida, sino, un joven que dentro de poco pasaría los 30 años, pero que para él, sus casi 30 años eran como si hubiera vivido 100 en un estado de autodestrucción constante. Se definía como un árbol por la caracteristica de que le quedaban demasiados años amargados por delante, y podrido porque él sabía que no quería que esos años perdurasen por mucho más. ¿Qué lo llevo hasta tal punto? ¿qué hizo que sintiera esa sensación de vida y muerte a la vez? Una y otra vez, las hojas, se llenaban de palabras corrosivas para uno mismo, adjetivos que no dejaban entrever rayos de luz a traves de "ramas muertas que se extendían en la copa".Poco a poco, se tornaba y más oscuro, a cada página que girabas, parecía que se derrumbara más y más, pero, lo más paradójico de todo, era que cada hoja estaba mejor que la anterior, y no me refiero en el estilo de escritura, sino, en el estado. Mientras que más se deprimía su alma y se consumía a sí mismo, el libro iba teniendo mas vividez, las hojas eran mas cuidadas y brillantes, un blanco envidiable. ¿Acaso sentía que remacería allí donde sus palabras quedasen, y por eso decidió cuidar tanto el estado? Me engañaba a mí mismo. Simplemente no se daba cuenta, pero cada tarde que el cogía una pluma y un nuevo folio, quizá habían pasado semanas sin apuntar una sola nota en el libro, así, las últimas hojas estaban mejor conservadas que las anteriores. Lo más sorprendente era que la decadencia en la que él mismo se sumergía era en un constante decenso, no había apenas un cambio brusco en todas las líneas, siempre lentamente, como si por los escalones hacia lo más podrido de su ser te invitara a bajar, y pasaras por todos sus estados. Así mismo, el viaje está inconcluso, llega un momento en el que deja de relatar, ya no hay más; y tampoco se sabe que le paso a aquel hombre que escribía... quizá se harto de explicar el tranquilo y confuso descenso, y simplemente, al ya encontrarse solo en el fondo, decidió consumirse al fin... o quizá se dio cuenta del juego de las hojas blancas, que provenientes de árboles más jovenes le daban un día más fuerzas para seguir, y decidió usar esas fuerzas para dejar un viaje inconcluso, con una última página completamente en blanco, somo si te empujara a salir de allí para siempre. Solo sé que esa última página en blanco te demuestra que por muy negro que sea la tinta con la que se escriba, siempre uno puede salirse del guíon... así mismo, podemos alejarnos del dolor y la amargura. Ese fue, el mensaje del árbol más joven y podrido de este mundo.
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Hoy no estaba inspirado, y lo siento mucho. Simplemente vagué entre recuerdos antiguos y encontré un texto que me gusta... y me gustó escribir. Siento no contar mas, pero me desperté acordándome que me tocaba actualizar.
Att: FerFer.

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