11 de julio de 2012

Dance.

Ya desde fuera se oía la música y las sombras que las figuras generaban gracias a las luces bailaban en las ventanas. Al entrar me sentí deslumbrado. Los altos candiles estaban encendidos y bañaban todo haciendo que brillara como gemas. Allí, muchísimas jóvenes bailaban al son de la música, reían, eran felices... aunque quizá detrás de tanto maquillaje no se escondía mas que una mentira. Fui danzando entre las diferentes parejas hasta llegar a una mesa que rebosaba de sabores, tanto comestibles como de bebida. Cogí la copa que mas a mano tenía, y me eche lo que mas cerca a mi alcance estaba. El sabor dulzón recorrió mi garganta. Con mi vista seguía el movimiento de la gente en el hall, hasta que me fije en una ventana. En ella ninguna sombra de alguna figura danzaba, una muchacha se hallaba sentada, contemplando el cielo nocturno, y con una sonrisa; una sonrisa sin maquillaje, sin mentiras, y sin impurezas que esconder. Y tras de un trago acabar con mi copa, me acerque hacia aquella ventana que parecía mostrarle un mundo ajeno al baile, un mundo mejor que el hall brillante y repleto de gemas. Me senté a su lado y la mire, me perdí en sus ojos, y tras comparar como se veía el cielo nocturno directamente, y en el reflejo de su mirada, me quede yo bailando en su iris para siempre. En la oscuridad de un iris sin mentiras.

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